Sobre el amor (V)

Está en el origen de todo.
En la esencia de lo conocido y por conocer.
Desde que nacemos, empieza la mágica espera.
Nadie sabe cómo atrapa a los amantes con su red invisible.
Cómo traspasarán las rejas de su prisión, para entrar en un palacio iluminado con brillantes colores.
Qué misteriosas artes empleará para conseguir su propósito.
Cómo acabarán siendo realidad las cosas soñadas.
Sus almas se buscarán.
Sus cuerpos se atraerán.
Hasta que la muerte haga inútil toda caricia.

Perder el tiempo

La relatividad del tiempo me aterra y me fascina.
Nuestra infancia pasa en apenas un suspiro y de repente nos encontramos en la mitad de la vida, observándola con nostalgia.
Cuando somos felices el tiempo huye deprisa y en el dolor, en el sufrimiento, los minutos parecen eternos.
Es el bien más preciado que poseemos.
Si él termina se acaba todo
No sabemos el que nos queda, cada minuto puedo ser el último y una cosa es segura, mientras la vida avanza nuestro tiempo disponible retrocede.
Es normal pues que a todos nos aterre «perder el tiempo».
Todos deberíamos repetir mentalmente cada día al despertarnos «Karpe diem», aprovecha el momento,  la genial frase de la película «El club de los poetas muertos».
Pero aprovechar el momento no significa trabajar más, hacer «más cosas», correr más deprisa.
Yo creo que es más bien hacer en cada momento lo correcto. Conocer nuestro ritmo interno, gestionar bien nuestro tiempo libre, escuchar nuestro cuerpo y nuestra alma, aprender a «no hacer nada», a abrir los ojos y observar.
Vivir con intensidad el momento presente es un arte que requiere una alta sabiduría, es la única arma de que disponemos para luchar contra el tiempo.
En cada minuto y en cada segundo, donde quiera que estés, ocurren cosas extraordinarias, para apreciarlas, sólo hace falta sentarse, contemplar y escuchar.