¡Estamos en La Vall de Boí!

Rodeamos de montañas imponentes, bosques misteriosos.
Lagos que juegan a ser el cielo inundado de estrellas cuando les refleja el sol.
Los ríos nos hablan en su lengua secreta.
La naturaleza nos invade lentamente con su ritmo lento y cadencioso,
mientras nuestros pies cansados se deslizan por los mismos senderos.
Hace tantos años ya que los transitamos…
Y, a pesar de todo, siempre muestran nuevos tesoros, nuevas riquezas, en cada mirada.
Las altas montañas marcan el destino de nuestros corazones,
a cada paso,
a cada sonrisa,
se entrelazan cada vez más y más.
Una profunda calma nos invade,
un callado sentimiento de felicidad se apodera de nosotros,
mientras una suave voz,
dulce y con sabor a hierba,
nos susurra, de nuevo, que estamos otra vez en casa.

 

 

Crisis y hormigas.

La hormiga roja de fuego, vive bajo tierra con la constante amenaza de ser aniquilada por las frecuentes riadas.
Cuando llegan las riadas, las hormigas, se cogen unas a otras creando una balsa viviente que flota, durante meses, si es necesario, hasta que las aguas se retiran.
A la naturaleza parece no importarle, si una especie quiere sobrevivir, tiene que demostrarlo, tiene que merecerlo.
La solución encontrada por la hormiga roja de fuego es tremendamente creativa y solidaria.
Una vez más, la Naturaleza nos muestra el camino.
Fueron necesarios siglos de evolución para que la hormiga detectara el problema y otros tantos para que diera con su salvación a través de la unión para superarlo.
La palabra «crisis» está compuesta en chino por dos pictogramas: uno significa «problema» y otro «oportunidad».
En estos momentos convulsos e inciertos,
tenemos la oportunidad de abrir nuevas puertas,
encontrar nuevos caminos,
de demostrar que nosotros,
como las pequeñas hormigas,
somos capaces de flotar entrelazados,
hasta que las turbulentas aguas se retiren,
desaparezcan las tinieblas de nuestros errores,
y brille un nuevo sol,
que ilumine nuestro corazón con renovadas esperanzas.