Si me dejas

Largo y tenebroso es el camino en el que te sumerges al caer la tarde.
Desde la orilla distante, con mis brazos vacios, te observo partir.
El oscuro océano de tus pensamientos te abraza con sus frías alas,
mientras el viento de las antiguas desdichas pasa gritando a mi lado.
No hay barca, ni remos con que atraparte.
Sólo ese viento helado que impulsa irremediablemente tus velas.
Tus ojos encendidos se apagan en la distancia.
Y ya no hay ni faro próximo, ni estrellas.
Ni senda escrita en un mapa con que encontrarte.
Si me dejaras acompañarte…
Si me dejaras…
Le diría al mar que te cuidara.
Al viento que te acariciara.
Y a la dulce y preciosa luna de otoño, que te guiara.
Si me dejaras…
Te miraría largamente a los ojos.
Compartiría tu aliento.
Despacio, muy despacio,
apoyaría mi mano sobre tu pecho,
te susurraría antiguas palabras,
para que me sintieras muy cerca,
y regresaras,
guiada por la cálida brújula de tu corazón encendido,
de nuevo a mi lado.

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Sigilosamente.

Sigilosamente llegó la tristeza.
Su tenaza gris y oscura.
¿Entró quizás escondida en el ruido del tráfico por la ventana?
¿Me esperaba acaso agazapada en el asfalto?
¿Confundida en el oscuro alquitrán?
La tristeza es siempre carencia de algo o de alguien.
¡Mi alma me lo decía!
A pocos centímetros, mi corazón,
no supo escuchar,
no quiso escuchar.
Necesité dejar fuera el ruido,
alzarme sobre el ruido,
el ruido que interrumpe,
que separa,
que aísla.
Comprendí mi soledad en el instante en que pronunciaste mi nombre.
Y te sentí lejos… borrosa imagen que apenas adiviné, distante.
Entre la agonía de mi confusión vi tu mano abierta,
esperando la mía.
Brillar tus ojos,
como faros encendidos,
en la noche incierta.
Me vi, por fin, reflejado en ellos,
caminando a tu lado bajo la dulce luna de otoño.
Y las aguas se calmaron.
Y se disipó la niebla.
volvió entonces la felicidad secreta.
mano en la niebla

Sobre el fuego

Hechiza nuestros sentidos con su cálido abrazo.
Tiene la capacidad de devorar el ruido de nuestra mente,
de dejarla volar hacia el vacío interior de nuestros pensamientos.
Su relación con el hombre está condenada a ser frágil
porque desde el inicio de los tiempos intentó dominarlo,
privarlo de su libertad,
domesticar su poder sobrenatural,
controlar su extraña paz amenazadora.
Fuente de vida y de muerte. 
Espejo de la vida.
Reflejo del alma.
Como nosotros,
sus llamas nacen,
se unen,
se separan,
languidecen,
mueren…

Sobre el amor (VII)

Amar es, en esencia, sentirse feliz al lado de la persona amada.
Del corazón brota un algo íntimo e inexplicable,
que huye de las palabras,
brota por las miradas,
por el aire compartido junto a los labios.
Es un sentimiento profundo,
intenso y secreto.
Se desliza suavemente,
sin necesidad de ser razonado.
Convirtiendo el «momento ahora» en un preciado tesoro,
un sueño dorado,
del que no querríamos nunca despertar.

 

Sobre el amor (VI)

El amor es la llave del silencio.
El silencio compartido es su máxima expresión.
La «música callada» que escuchan los amantes mientras el tiempo pasa.
No necesitan más, el ruido de la vida desaparece y sólo prevalece la unión silenciosa entre dos almas.
Misterioso silencio sobrenatural que protege de la niebla, y del hielo glacial de la vida.

Tu mirada.

Tus ojos dicen algo más allá de las palabras.
Ojos dulces, alegres, melancólicos, airados, compasivos, benévolos…
Tus ojos no mienten.
Tu mirada puede descubrirnos un mundo.
Con un movimiento de ojos puedes revelar un secreto, dar una advertencia, una caricia.
Es un lenguaje silencioso y profundo,
misterioso,
que penetra hasta lo más hondo del alma.
Tus ojos me hablan de tiempos remotos,
de desiertos de fina arena,
de palmeras repletas de olorosos dátiles.
Juegan a ser el mar cuando se iluminan.
Un mar cálido de dulce miel, donde nacen los sueños,
donde querría sumergir mis temores para siempre.
Cuando me veo reflejado en ellos, siento que estoy en casa.
Tus ojos dicen algo más allá de las palabras…

Sobre el amor (V)

Está en el origen de todo.
En la esencia de lo conocido y por conocer.
Desde que nacemos, empieza la mágica espera.
Nadie sabe cómo atrapa a los amantes con su red invisible.
Cómo traspasarán las rejas de su prisión, para entrar en un palacio iluminado con brillantes colores.
Qué misteriosas artes empleará para conseguir su propósito.
Cómo acabarán siendo realidad las cosas soñadas.
Sus almas se buscarán.
Sus cuerpos se atraerán.
Hasta que la muerte haga inútil toda caricia.