Cuando cerramos la puerta y respetamos no salir de casa, deberíamos pensar que, más que protegernos del peligro y la amenaza que puede suponer el contacto con los demás, lo que estamos haciendo es un gesto de amor y cuidado hacía ellos, protegiéndolos de nosotros mismos.
Nada surge por sí mismo, lo hace por causas y condiciones. Espero aprendamos lo necesario lo antes posible y después seamos capaces del ver al mundo con renovados ojos, convirtiéndolo entre todos en un lugar más amable, más solidario y tolerante.
En los momentos más difíciles, se abre también una gran oportunidad: la de despertar las más valiosas cualidades que todos tenemos dentro, las que dan un verdadero sentido profundo a la vida, muchas veces aletargadas por la monotonía y la distracción.
Hay palabras, imágenes, mensajes…que, muchas veces, sin nosotros saberlo, se convierten en flechas afiladas para los demás. En estos tiempos convulsos, todas nuestras palabras deberían ser, más que nunca, como dulces caricias, como tiernos abrazos en la distancia, como trocitos de luz que iluminan el incierto camino en el que estamos.
Todo lo que percibes, lo que deseas, lo que te atrae, no es más que una ilusión, como un arco iris de verano: efímero, impermanente, vacío en su esencia. (De la introducción a la nueva obra que estoy componiendo para guitarra sola, titulada «Samsara»)
En los golpes más abruptos e inesperados que da la vida, es donde tenemos la gran oportunidad de hacer aflorar nuestras más valiosas cualidades, descubrir qué es lo que realmente importa, reafirmar los lazos que nos unen a los que más amamos y, una vez pasada la tormenta, reunudar nuestro camino bajo un nuevo sol, cálido y brillante, con renovada alegría e ilusiones.
Trabajar día a día, para convertirse en fuente de bienestar y felicidad para los demás, es el plan de vida más elevado, rico y ambicioso al que puede aspirar un ser humano.
Queridos amigos: me ilusiona presentaros mi versión de la obra «Guajira» de Emilio Pujol. Es una danza de procedencia cubana que nos transporta a sugerentes paisajes… llenos de alegría, calidez y expresividad Es para mi, sin duda, una de sus obras más valiosas y completas. Espero que os guste y…¡Feliz verano! :-)
En el momento en que decimos llevar una vida más espiritual, en la que predomine la búsqueda de la riqueza interior, empiezan a producirse cambios extraordinarios. El primer síntoma de que estamos empezando a andar por el camino, es que perdemos el interés por cosas que antes nos parecían muy atrayentes. Empezamos a esforzamos por crecer, en el sentido profundo de la palabra. Casi sin darnos cuenta, empezamos a evitar los lugares y personas que agitan nuestra mente, y nos atraen aquellos que nos dan calma y paz. Nos damos cuenta de que estamos muy influenciados por las personas que nos acompañan en la vida, por lo tanto, empezamos a ser altamente selectivos con aquellos a los que nos acercamos, porque el aroma de quienes frecuentamos, se impregna inevitablemente en nuestra vida. Puede parecer que nuestro círculo de amistades se reduce drásticamente, pero en realidad no es así, ya que preferimos calidad más que cantidad. Si nos juntamos con personas cuyos principales intereses son únicamente mundanos, nuestro interés en lo interior y espiritual empezará a disminuir y, al contrario, si nos dejamos acompañar por personas profundas, nuestro interés en cultivarnos interiormente aumentará. A veces, podemos sentir, también, cierta falsa sensación de aislamiento, porque empieza a instalarse también en nosotros una inclinación a la soledad y al silencio, porque cada vez más necesitamos acallar el ruido externo para oír con nitidez nuestra voz interna. Son todo indicios de que algo profundo, auténtico y vasto está empezando a apoderarse de nuestra vida y a transformarla. Estamos descubriendo donde se esconde la verdadera felicidad y vamos abandonando las tendencias que nos inclinan al modo vacío del “tener”, para inclinarnos cada vez más hacia el modo auténtico y pleno del “ser”.